viernes, 7 de febrero de 2014

ESCUELA

Los más pequeñajos aprenden, y aprenden rápido, mucho más rápido que los que nos acercamos a los 30 y diez. Es curioso ver como se fijan en todo, y luego se dedican a imitarlo para posteriormente ir puliendo aquello que han imitado.  De ese modo mi hija de poco más de dos años cree que los hilos no sirven para coser, sirven para hacer moscas. También piensa que todos los animales que viven en el agua sean merluzas, ballenas o mejillones comen moscas. Ya me daba cuenta que cuando me sentaba ha confeccionar moscas ella miraba con sus ojos redondos. El otro día la senté delante del torno y cual fue mi sorpresa al ver que imitaba todo lo que yo había hecho otros días; daba vueltas con el portahilos, ponía los pelos en el hilo de montaje con sus pequeños dedos para hacer el dubbing, cortaba con las tijeras algún sobrante de pluma imaginario…

Habrá que aprovechar estos próximos años para que me acompañe al río y se inicie en la pesca, será fácil y aprenderá rápido… luego con la adolescencia vendrá la época en la que posiblemente deje de acudir a los cauces y busque otros cauces por allí o por allá. Cauces que no siempre serán buenos pero que tendrá que descubrir nos guste o no.

Espero que tras esa etapa sea capaz de recordar aquellos ratos en los ríos y con nuestras amigas las truchas para que vuelva a acudir a sus aguas. Que vuelva a sentir en la soledad del río la necesidad de aprender, de entender y de mejorar. Que recuerde el sitio donde pescó su primer pez o donde resbaló y se cayó de morros al agua. En definitiva a amar al río como lo que es y a los recuerdos depositados en sus aguas.





Un saludo de Alba y mío. 

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