Los más pequeñajos
aprenden, y aprenden rápido, mucho más rápido que los que nos acercamos a los
30 y diez. Es curioso ver como se fijan en todo, y luego se dedican a imitarlo
para posteriormente ir puliendo aquello que han imitado. De ese modo mi hija de poco más de dos años
cree que los hilos no sirven para coser, sirven para hacer moscas. También
piensa que todos los animales que viven en el agua sean merluzas, ballenas o
mejillones comen moscas. Ya me daba cuenta que cuando me sentaba ha confeccionar
moscas ella miraba con sus ojos redondos. El otro día la senté delante del
torno y cual fue mi sorpresa al ver que imitaba todo lo que yo había hecho
otros días; daba vueltas con el portahilos, ponía los pelos en el hilo de
montaje con sus pequeños dedos para hacer el dubbing, cortaba con las tijeras
algún sobrante de pluma imaginario…
Habrá que aprovechar
estos próximos años para que me acompañe al río y se inicie en la pesca, será
fácil y aprenderá rápido… luego con la adolescencia vendrá la época en la que
posiblemente deje de acudir a los cauces y busque otros cauces por allí o por
allá. Cauces que no siempre serán buenos pero que tendrá que descubrir nos
guste o no.
Espero que tras esa
etapa sea capaz de recordar aquellos ratos en los ríos y con nuestras amigas
las truchas para que vuelva a acudir a sus aguas. Que vuelva a sentir en la
soledad del río la necesidad de aprender, de entender y de mejorar. Que
recuerde el sitio donde pescó su primer pez o donde resbaló y se cayó de morros
al agua. En definitiva a amar al río como lo que es y a los recuerdos
depositados en sus aguas.
Un saludo de Alba y
mío.
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