Hasta en tres ocasiones esos días de invierno he intentado
pescar un lucio sin ningún éxito.
Salvo algún susto en forma de enganchón con la línea
hundida, nada de nada.
Si hay una cosa que destaco de esta pesca invernal es la paz
interior que llega a encontrar uno entre
lance y lance. En el embalse no hay casi sensación de vida, ni motivos para la
distracción. Parece mentira como desaparece todo ser viviente y en las aguas no
se asoma ni un pececillo.
Esto hace que la imaginación vuele con cada lance intentado
soñar que será en este cuando algo rompa la monotonía. Finalmente y tras horas
luchando contra tú mente y el frío, uno ya desiste y se rinde ante la
dificultad. Pero a los días… otra vez sueña con ese pez que se resiste una y
otra vez.
Salud y mejor pesca a todos.