Tras dos semanas sin poder ir a pescar he decidido ir a un
de esos sitios que si uno va, es a conciencia. Es un sitio de alta montaña
donde el verde y la humedad te embriagan hasta más no poder. Me acerco a este
bello lugar pocas veces por que exige ir con ganas. No paras de subir entre
piedras resbaladizas, dejarte caer culo a tierra y más trucos circenses para
poder llegar a alguna postura. En contra las truchas son generosas, si colocas
la mosca más o menos sueles remover alguna. Otra cosa es clavarla y llevarla a
la sacadera por que el acto de clavar en posiciones contorsionistas en
ocasiones sale mal. No puedes evitar pensar que poca gente ha pasado por allí,
aunque esto no sea verdad.
El día ha sido sofocante, nublado pero con mucha humedad que
en este bosque frondoso hace todavía más complicada la pesca. Además cuando vas
avanzando piensas en que tienes que deshacer lo pescado para volver y no puedes
evitar el suspirar.
He movido muchas truchas tanto a ninfa como a seca, clavar
como he dicho ha sido otra cosa, en total unas 15 preciosas truchitas de alta
montaña que saben a gloria cuando uno las mete en la sacadera.
Ahora a reponerse de las agujetas y hasta el año que viene
que visitaré sin duda esta generosa selva en el corazón del pirineo.
Saludos y buena pesca a todos.
Te digo lo mismo de siempre, las truchas son preciosas allí y tienen pinta de tener genética 100% autóctona de ese río, que por cierto, precioso,
ResponderEliminarenhorabuena y un saludo!
Gracias Mario, la verdad es que son preciosas, yo también creo que son autóctonas aunque en esos temas no pongo la mano en el fuego nunca. Un saludo enorme.
Eliminar